El Hotel de Nimpong fue el más elegante de Sunyani. Hace tiempo que dejo de serlo; hoy es habitado por los funcionarios de prisiones. El mantenimiento no es fácil y las rehabilitaciones no son frecuentes. Este edificio tiene la virtud evocadora de las ruinas, aunque aun este en uso. Todavía me siento desconcertado cada vez que paso frente a el, viendo a la cadena de niños jugando en el porche. Aquí nadie les estigmatizaría por la profesión de sus padres; ciertos detalles me recuerdan que estamos lejos del mundo “civilizado”.
miércoles, 25 de abril de 2007
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